Todo
hacía suponer que llegaría en momento del tan ansiado "si quiero".
Había transcurrido el tiempo suficiente. Las palabras habían sido todas dichas.
Las miradas cómplices, miradas. Los juegos de seducción, jugados.
En
ese preciso momento, el de los nervios taquicárdicos, su belleza giró y comenzó
a caminar en sentido opuesto a quien la interpelaba amorosamente.
Solo
un "hasta luego" tenue y apenas perceptible, se oyó luego de apoyar
la última prenda examinada; y justo antes de atravesar la puerta alcanzó a
decir "gracias".
Del
otro lado del mostrador, una nueva frustración comercial le haría agachar la
cabeza y hacer dos pulsaciones rápidas sobre la pantalla táctil.
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