Rocío
sabe bien su juego y se disfraza con el viento.
Baja
con las manos frías mientras acaricia una colina.
Baila
como mariposa y suave se posa en una hoja roja.
Cae
verde transparente, saluda y sonríe a unos duendes.
Cada
flor le abre una puerta, para que duerma su siesta.
Todas
las estrellas miran, como una gota loca brilla.
Rocío
canta por las noches.
Es
fiesta para caracoles.
Por
las ramas se desliza, disfrutando de la brisa.
El
césped espera inquieto. ¿Cuándo llega su momento?
Un
árbol corto se estira. Se estira.
Debe
estar llegando el día.
Se
despiertan las hormigas, van esquivando gotitas.
Rocío
juega bien su juego.
La
noche se hace recuerdo.
Plantas,
bichos, todo frío. El sol tibio bienvenido.
Ya
saben los aromas, el trabajo que les toca.
Hacer
que vuelen flores a todos los rincones.
El
sol amarillo abraza a Rocío. Por un rato muy juntitos.
Se
despiden con un beso y el amanecer camina lento.
Todo
brilla en este encuentro.
Y
se dicen hasta luego.