18 de diciembre de 2012

Día lechuga


Mi día de mañana

Mañana será un día común y corriente. Rutina de por medio, intentaré sorprenderme con algo imprevisto. Aunque de solo pensar en hacer algo de imprevisto, dudo que lo sea. Lo imprevisto no se piensa. Si se piensa, se ve. Y ahí está el yeite de lo imprevisto, que no se ve con anticipación. Se ve cuando ya está todo cocinado. Por lo tanto, mañana no va a pasar nada fuera de lo normal. Mañana será uno de esos días, a los que me gusta llamarlos: lechuga. Días lechuga. Porque la lechuga no dice nada. No tiene sabor. No tiene olor. De por sí, no tiene gracia alguna. No tiene, prácticamente, sentido su existencia.
Seguro que estás pensando en una exquisita ensalada mixta. Pero si nos ponemos en exquisitos, la lechuga es la de menos personalidad en ese rejunte de pobres seres vivos indefensos ante la mano arrebatadora del hombre, que los arrancó de la tierra en algún momento de su desarrollo.
Si comparamos a la verde hoja con el tomate, sale perdiendo por goleada. El tomate tiene piel, pulpa, jugos, semillas; y a partir de todos ellos, una infinidad de variantes culinarias que de solo pensarlas se me abre un hambre voraz. Y eso que el tomate por tomate no me gusta, me gustan sus variantes.
Y siguiendo en el plano de las comparaciones; si a la insípida e impasable lechuga la enfrentamos en un juego de pros y contras versus la cebolla, aquí ya no tenemos que hablar de goleada, si no de robo. Un choreo a mano armada. ¡Solamente imagínese todo lo que se puede hacer con una cebolla! No voy a entrar aquí, ya que no es lo que nos convoca, en una enumeración de posibilidades que tiene ese bulbo para con la cocina, ni mucho menos.
Y volviendo a lo que nos convoca, mi día próximo, como ya dije, será un día lechuga. Insípido. Nada imprevisto. ¿Alguna vez comiste una hoja de lechuga, así solita como dios la trajo al mundo? Así será mañana. Ni ganas de que se haga de noche tengo. De solo pensarlo me fastidio. Menos ganas tengo de mirar mi agenda. Si la tuviera escrita, seguro que en un día lechuga no diría nada. Por lo tanto, no vale la pena mira mi agenda.
Tal vez no haga algo imprevisto, pero puedo hacer algo previsto si lo preveo en este momento. Si, tal vez, en vez de llevarme la vianda como de costumbre, me compro algo en la rotisería de la esquina del laburo, deje de ser un día lechuga. O, quizá, si en cambio de tomarme el bondi, como todas las mañanas en la esquina de La Carroza y El Potro, sigo caminando un par de cuadras más, hasta el quiosco de la Chola, le compro unos puchos y me subo al colectivo ahí, a ver que onda; tal vez deje de ser una día lechuga; más teniendo en cuenta que no fumo.
No. No me convencen... Qué sé yo... Tal vez, no me di cuenta aún y la lechuga me gusta. No sé...
Mañana será un día común y corriente. Y está bien que así sea. Al fin y al cabo, ¡¿a quién no le gusta una buena ensalada de lechuga?!
mjs
5/12/2011

15 de diciembre de 2012

Rendido (Cómo comprender)


Cómo comprender todo lo que fue,
Cómo sacudir el polvo que no deja ver.
Tanta la ilusión que explota entre los dos.
Caminos bifurcados no conducen al amor.

Como caminar, avanzar hasta el final;
Si por cada grieta en el camino vuelve a comenzar.
Esto no da para más, esto se terminará.
Mira al suelo y entregado libera tu libertad.

Soportó la oscuridad, soportó tu voluntad.
No soporta ver su alma inundada una vez más.
Como nunca se entregó, ofrendó todo su ser.
Ya no quedan energías para golpear otra vez.

Ya no escucharás, ya no encontrarás.
Ya no lo verás en la cama después de amar.
Caminando por aquí, tropezando por allá.
Parpadeando nuevamente para dejarlo atrás.

El tiempo sepultará y lo pasado pisará.
Te conviertes en recuerdo. Solo un suceso más.
Una incidencia más. Solo una casualidad.
Una triste desventura que no se repetirá

20 - 4 - 06
MJS