29 de mayo de 2016

Sangre de la Tierra

Giró con firmeza. Hábil. Constante.
Ni bien sintió los seductores aromas, detuvo sus vueltas. Se afirmó y tiró.
El ambiente se embriagó en perfumes y el cuenco recibió excitado el torrente rojizo.
Otra vez los giros se adueñaron de la escena, mientras el oxígeno penetraba suavemente la corriente. Llegaba el momento del éxtasis.
Lo siguiente, es capricho de la bahía que reciba la sublime marea, que nos baña desde que somos tierra.

mjs

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