Vientos de sales
agitan la noche.
Mares de rostros que
gritan rencores.
Un cuarto creciente deambula en las olas,
surcando las aguas de
angustia que agobian.
Se extiende el
silencio en miradas vacías.
Oscuros fantasmas
llegando del día.
Y solo el reflejo de
luz en el vidrio,
trepida mostrando el
camino al olvido.
Caen los ojos
buscando un refugio.
La flor que resurja
del rancio interludio.
Y vuelve el intento,
el impulso, el desvelo;
de ser una gota
inundando tu cuerpo.
De tanto en poco
queda desolado.
Uno tras dos persiguiendo
sus pasos.
Se acerca el tiempo, suceso
sin lamento,
un nuevo descanso y
un nuevo comienzo.
mjs
23-03-15
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